jueves, 17 de agosto de 2017

Paraguay: Deforestar para producir carbón


EXPORTACIONES

El valor de las exportaciones de carbón vegetal paraguayo ha aumentado desde los 7 millones de dólares (6,06 millones de euros) en 2003, hasta los 40 millones (34,64 millones de euros) actuales, según la prensa local.

Un par de filetes se asan en una barbacoa en algún lugar de Europa mientras que a miles de kilómetros de allí, en la selva seca del Gran Chaco de Paraguay, caen los árboles uno tras otro. Los árboles talados acaban convertidos en el carbón vegetal que calienta las parrillas europeas... y el clima.

"El Chaco es un punto caliente del cambio de uso de la tierra", dice Matthias Baumann. El geógrafo de la Universidad Humboldt de Berlín ha estudiado los efectos que tiene en el clima la deforestación en el Chaco y ha publicado los resultados de un estudio con varios compañeros.

Baumann calcula que, de media, cada dos o tres minutos se tala una superficie del tamaño de un campo de fútbol en el Chaco paraguayo.

Los defensores del medio ambiente advierten desde hace tiempo de las consecuencias de la desforestación, en parte ilegal, de la selva seca.

El Chaco, repleto de bosques tropicales secos, no suele llamar la atención. Sin embargo, recientemente ha adquirido protagonismo por un informe de la ONG británica Earthsight sobre la industria del carbón vegetal en Paraguay.

El valor de las exportaciones de carbón vegetal paraguayo ha aumentado desde los 7 millones de dólares (6,06 millones de euros) en 2003, hasta los 40 millones (34,64 millones de euros) actuales, según la prensa local.

Sin embargo, el carbón vegetal no es la razón de la deforestación, sino un efecto secundario, dice el investigador Baumann. De hecho, más del 95 por ciento de la superficie afectada es talada para utilizarla como zona de cría de ganado. También juegan un papel importante las plantaciones de soja, para exportarla o para pienso, indica Greenpeace.

Según el estudio de Baumann, entre 1985 y 2013 se talaron más de 49.000 kilómetros cuadrados del Chaco paraguayo. Esto significa una pérdida de bosque del 22.5% aproximadamente. Además se emitieron alrededor de 250 megatoneladas de gases de efecto invernadero.

"Esto es mucho más de lo que se emitió en el mismo periodo por la quema de combustibles fósiles. Además, en nuestro estudio no calculamos las emisiones procedentes de la ganadería", explica Baumann. Según la Plataforma Climática Latinoamericana, el 95% de las emisiones paraguayas proceden de la ganadería, la agricultura y de la transformación de las zonas forestales.

Baumann aboga por prohibir en más lugares la tala de árboles. Esto funciona, según se ha demostrado en Brasil. Sin embargo, las zonas protegidas en otros países han contribuido a que se traslade la deforestación al Chaco, explica. Para evitar estos traspasos de la industria, es necesaria una coordinación internacional de proyectos de protección de la naturaleza.

Los bosques del Chaco también atraen a la industria porque el suelo es muy barato. "En la mejor zona de la Pampa, una hectárea de tierra cuesta hasta 15.000 dólares (12.992 euros), en el Chaco 300 (260 euros)", dice Hernán Giardini de Greenpeace Argentina.

En el país vecino de Paraguay se ha demostrado que las zonas protegidas son solo parcialmente eficaces y las multas por la tala ilegal son tan bajas que las empresas las aceptan sin problemas, informa Giardini.

En Paraguay, uno de los países más pobres de Sudamérica, el carbón vegetal es una fuente de ingresos para la población. Más de 200 mil personas viven de la producción de este producto, según la Federación Paraguaya de Madereros (FEPAMA).

"La producción de carbón se realiza en la mayoría de los casos en negro y con sueldos muy bajos", advierte Giardini. Para el cultivo de soja se necesita menos personal, por lo que los agricultores locales son expulsados. A menudo se producen disputas violentas entre ellos y los miembros de seguridad.

A pesar de todo, la silvicultura sostenible en el Chaco es posible, dice Giardini. Pero para ello, primero hay que llevar a cabo estudios sobre la recuperación de las zonas boscosas. Esto es algo especialmente importante para los árboles de los que se saca el carbón vegetal, como el quebracho blanco, pues necesitan alrededor de 40 años para crecer.

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