lunes, 1 de febrero de 2016

Bolivia Las contradicciones del país en los temas ambientales

París, donde en diciembre pasado se realizó la Conferencia de Partes por el Cambio Climático (COP 21), entraña un antes y un después en temas ambientales. El que fue definido como "el mejor acuerdo posible” entre casi 200 naciones y que puso énfasis en la necesidad de abandonar progresivamente -pero cuanto antes- el uso de las energías fósiles como motor de la economía global para evitar que la temperatura del planeta supere los 2°C, no responde a todas las expectativas, pero al menos -dicen los expertos- ha dado pasos importantes después de 21 años de conferencias climáticas.

Entre ellos está el asumir los 2°C (en lo posible 1,5°C) como el límite "fatal” de incremento de la temperatura de la Tierra, incentivar la transformación de las matrices energéticas de los países, concretar la constitución de un fondo de apoyo a la mitigación y adaptación de los países más vulnerables al cambio climático y el apoyo al incremento de la capacidad tecnológica y humana de adaptación a los cambios.

La presencia boliviana

Bolivia estuvo representada en esta Cumbre por una importante delegación, encabezada por el ministro de Planificación al Desarrollo, René Orellana, un experto en temas ambientales y que tuvo a su cargo la conducción de la mesa de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático, y cumplió un papel destacado; sin embargo, en casa, los aplausos fueron mucho menos notorios. Principalmente porque ha sido más difícil que antes sostener el discurso del Vivir Bien que, entre otras cosas, puso a Bolivia como abanderada de los derechos de la Madre Tierra y la naturaleza.

Este año, y en torno a ello, se discutió en el foro debate público convocado por la Fundación Friedrich Ebert Stiftunf (FES), el pasado jueves 28, que las contradicciones fueron más evidentes, las preocupaciones de la sociedad civil son mayores y las tareas pendientes suman y siguen.

Tres periodistas que estuvieron presentes en la cita ambiental de París compartieron reflexiones en torno la COP21 desde la perspectiva nacional. Raúl Peñaranda, editor de la Agencia de Noticias Fides (ANF); Isabel Mercado, subdirectora de Página Siete, y la periodista ambiental Miriam Jemio compartieron datos y experiencias de esta conferencia.

La responsabilidad del país

Peñaranda enfocó su participación en la responsabilidad del país en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero. Comentó que un estudio del Ministerio de Medio Ambiente de Gran Bretaña establece que Bolivia produce 20 toneladas de CO2 por persona, uno de los niveles más altos del mundo. Otros estudios, dijo el periodista, establecen 10 toneladas per cápita. Esa cantidad es superior a la contaminación que producen países como China y los que pertenecen a Europa, siempre en términos por persona.

Eso se explica, señaló, por la deforestación, que en Bolivia es muy alta, de unas 350 mil hectáreas al año, es decir de 320 metros cuadrados por persona al año. "Esto es 20 veces más elevada que el promedio mundial y una de las más altas del mundo, siempre en términos per cápita”. Al talar un árbol, recordó, se libera CO2, peor aún cuando el bosque es quemado.

En otra parte de su alocución, el periodista expresó que el Gobierno boliviano tiene como base de su desarrollo la extracción de hidrocarburos para su exportación, precisamente lo que la cumbre climática espera poder reducir.

Agregó que las autoridades del país no debaten apropiadamente ese tema, en sentido de que por un lado se aceptan ideas destinadas a rebajar la emisión de gases de efecto invernadero, pero por otra se insiste en poner en el centro del modelo económico la extracción de gas y otras materias primas.

Participación de la sociedad

Isabel Mercado concentró su atención en el déficit de participación de la sociedad civil boliviana en los temas ambientales. Según la periodista, después de un momento en que esta tuvo un rol protagónico con la agenda que surgió de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y la Defensa de la Tierra (Tiquipaya, Bolivia, 2010), ha ido en retroceso.

"En Tiquipaya, con la participación de los movimiento sociales, Bolivia advirtió al mundo desarrollado que, de proseguir con sus irracionales políticas de industrialización que buscan mercantilizar la tierra y la naturaleza, el planeta está en riesgo de desaparecer; también exigió que países, empresarios o personas que atenten contra la naturaleza en busca de sus propios intereses sean sometidos a un Tribunal Climático para ser procesados y sometidos a drásticas sanciones; y pidió que las naciones industrializadas asuman su responsabilidad y paguen la deuda climática que acumulan por depredar el planeta; ahora este discurso ha perdido fuerza ante el extractivismo como eje del desarrollo y la impotencia con que los movimientos indígenas y sociales han acatado que se explore y explote en áreas protegidas, se planifiquen megarrepresas y se aliente un proyecto nuclear”, dijo Mercado.

Compromisos urgentes

Miriam Jemio analizó los compromisos asumidos por Bolivia ante la COP, en especial en el tema bosques, donde la periodista advierte grandes contradicciones. La política de expansión de la frontera agrícola, los proyectos de construcción de las megarrepresas, además de la tala ilegal de árboles significa un daño irreversible a los bosques que no se puede atenuar con los planes de forestación y reforestación, comentó.

En ese marco, propuso abrogar la ley que amplía el área de desmonte de cinco a 20 hectáreas; acabar con los perdonazos a las multas por deforestación ilegal y aplicar fuertes sanciones; verificar ya el cumplimiento de la función económica social de la tierra, garantizando el respeto de los propietarios a la Ley de Derechos de la Madre Tierra; dejar de promover la ampliación de la frontera agrícola para favorecer a grandes agroindustriales exportadores de productos transgénicos; promover proyectos de agroforestería y de recuperación de tierras desertificadas y dejar de impulsar proyectos extractivistas en nuestros parques nacionales y áreas protegidas.

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