domingo, 11 de mayo de 2014

El proceso de urbanización devora bosques



El mapa más detallado hecho jamás sobre los usos que se dan a la superficie terrestre muestra cómo la urbanización va comiendo terreno a pasos agigantados. En el último trabajo, el Global Land Cover-SHARE que ha publicado la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO), se considera ocupado artificialmente ya el 0,6 por ciento del terreno. La propia FAO hace una comparación con otro mapa similar, el GLC2000, de hace 14 años. Aunque la tecnología ha mejorado mucho y el detalle del nuevo mapa es muy superior, entonces se atribuía a construcciones humanas el 0,2 por ciento de la superficie. Eso quiere decir que en apenas 13 años este uso del terreno se ha triplicado.

Para confeccionar el mapa se ha partido de las imágenes de los satélites, pero ha hecho falta interpretarlas. John Latham director del proyecto de la FAO, ha aclarado a la web de información científica SciDev que en muchos casos hubo que cruzar esos datos con los de los propios países, buscando siempre la información más exacta (algo que en muchos casos no es fácil). Por ejemplo, desde el espacio es complicado distinguir si un territorio lo ocupan praderas salvajes o campos de cultivo, o si se trata de una zona de monte bajo.

Para verificar esas conclusiones, se han hecho más de 1.000 visitas a lugares de países de todo el planeta.

Si el aumento de la superficie construida es grande en términos relativos, en términos absolutos lo es más la pérdida de superficie dedicada a zonas arboladas (bosques o selvas incluidas). Los pulmones del planeta, clave por su absorción de dióxido de carbono y emisión de oxígeno, sufren una reducción continua. En 2000 ocupaban el 29,4 por ciento de su superficie; en 2013, había bajado al 27,7 por ciento. Pese al descenso, sigue siendo la mayor proporción entre los 11 usos del terreno catalogados en este mapa (y se supone que en los futuros, ya que, como advierte la FAO, gran parte de la utilidad de este tipo de trabajo es mantener la información actualizada en el tiempo para saber las tendencias).

Igual de preocupante es la otra cara de la moneda. Los terrenos desérticos o improductivos han aumentado incluso más de lo que los bosques han disminuido: han pasado de ocupar el 13,3 por ciento de la superficie de la Tierra a representar el 15,2 por ciento. Curiosamente, pese al aumento de población registrado en esos 13 años (ha pasado de 6.100 millones a 7.200 millones), con las necesidades de alimentos que ellos conlleva, la superficie destinada a cultivos se ha reducido en 3,1 puntos porcentuales, bajando del 15,7 por ciento al 12,6 por ciento.

De todos los usos del suelo, solo hay uno que se mantiene sin cambios en los 13 años que separan los dos mapas: el dedicado a zonas de hielos perpetuos (básicamente, las regiones polares, pero también los glaciares). A pesar del calentamiento, las cifras totales son iguales: el 9,7 por ciento. Esto no quiere decir que no haya deshielo por el calentamiento global, sino que éste todavía no afecta a las grandes cifras y, también, que el mapa mide superficies, pero no volúmenes: no es lo mismo una capa de hielo de un kilómetro que una de 100 metros. Por último, en la parte que se refiere a aguas continentales (lagos, embalses, ríos), humedales y manglares hay un sorprendente aumento: pasan del 1,7 por ciento al 2,7 por ciento. La FAO no da una explicación a este fenómeno. Parte de estas variaciones, advierte la organización, pueden deberse a diferencias técnicas, pero muestran tendencias que indican hacia dónde va el planeta: una Tierra menos verde y con más asfalto, hormigón y desiertos.



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