lunes, 12 de agosto de 2013

Comienzan las quemas y ya hay alerta naranja

Desde el mirador de San José de Chiquitos se ve una ‘montaña’ de humo, entre la vegetación y cerca del núcleo urbano. En los trayectos a otros pueblos del departamento, hay montículos con troncos y ramas que son fruto de desmontes. También hay pastizales secos y desechos de cosecha pasada. La mesa está servida y solo hace falta el fósforo para que las quemas en el campo cruceño se intensifiquen, se propaguen y el humo gobierne el cielo.

Muchos ya están quemando. Desde marzo hasta los primeros días de este mes, el Sistema de Alerta Temprana de Incendios Forestales de la Gobernación ha registrado más de 1.200 puntos de calor en el departamento.



Alerta naranja

Esto es solo el comienzo, advierte el secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Gobernación, Manlio Roca.

Sabe que este 2013 tuvo meses lluviosos y que, por eso, el fruto de la labor agrícola o de chaqueos permanece en el suelo, amontonado y listo para convertirse en fuego.

“Los que no quemaron hasta ahora, que son la inmensa mayoría, lo harán en los próximos días, en las próximas semanas, tarde o temprano”, sentenció.

Pero si bien lo fuerte de las quemas está arrancando recién, lo ocurrido hasta ahora dispara la primera señal de preocupación. “Si tuviéramos que medir el impacto, se puede decir que nos encontramos en alerta naranja”, admite el funcionario, que sabe que esta situación puede ser dramática si no hay control del fuego.

Roca advierte que la alerta naranja puede dispararse a roja, que el problema no son los desmontes, sino el descontrol a la hora de quemar la materia que yace sobre la tierra. Ante este temor, la Gobernación ha cambiado el nombre de la campaña comunicacional. Antes se llamaba Campaña contra incendios forestales y a partir de este año se llama Programa de manejo de fuego. Lo que se quiere evitar es que las quemas se conviertan en incendios.

Sin embargo, hay otro problema en puertas. Al haber retrasado la mayoría de las quemas, la acumulación de humo se proyecta como un factor inminente que no solo se concentra en el campo, sino que llega hasta la ciudad capital.

En el barrio Sutós de Santa Cruz la Vieja, en San José de Chiquitos, hay una montaña de humo que sale de la parcela de Pablo Pinto, un agricultor que vive con su familia.

Este hombre de piel morena ha desmontado su parcela y hace tres horas que le ha prendido fuego, ahora el humo lo envuelve todo. Él y su hermano Luis Alfredo no se apartan del lugar, están rodeando las llamas con guantes de cuero en las manos, pendientes de que no se genere un incendio, como ocurría en otras propiedades del departamento. “Ahora estamos capacitados. Ya sabemos cómo es la bravura del fuego", dice Pablo, que sabe que la clave no está en acumular la maleza en forma de montañas, sino en hacer callejones, para que los desechos se consuman en hilera y la quema no dure más de cuatro horas.

Cuando la parcela esté despejada, los hermanos Pinto sembrarán diversos productos para alimentar a su familia o para vender en caso de que consigan excedentes.

Pero eso será después, ahora ambos tienen guantes en las manos, los ojos rojos y están sudando, porque el fuego y el humo, a metros del cuerpo, se hacen insoportables.

Alrededor, en los terrenos vecinos, hay troncos y maleza amontonada para convertirse en fuego. Los vecinos de San José saben que se trata de una actividad necesaria en la producción agrícola y que la quema es una técnica que aún no ha sido remplazada.

Durante esta época, muchos duermen con el Jesús en la boca porque temen que haya incendios descontrolados.

Otras personas, como Elena Campos, dicen que viven mirando el cielo para ver si detectan humo, porque es una señal de posibles problemas. “Hace dos años mis cuatro hijos se enfermaron de los ojos por la humareda. No fueron a clases una semana", recuerda esta mujer, que dice que desde entonces las quemas le quitan el sueño. En esta zona del país, muchas mujeres viven mirando al cielo, porque arriba, dicen, está la advertencia de que el fuego puede traer problemas.

EL DEBER recorrió diversos lugares por la ruta que nace en Pailón y sigue camino hacia San José, pasando por Tres Cruces y El Tinto. En el trayecto se veía campos de cultivos aguardando con la acumulación de escombros, de desechos de la anterior siembra o de pastizales secos que deben convertirse en fuego para dar paso a otra siembra.

También terrenos con árboles muertos, pedazos de troncos y ramas amontonadas. Los trabajadores de estas tierras están esperando que el sol caliente más para que empiecen las llamas y aseguran que no hallaron otra técnica más económica.

Alberto coincidió y no quiso dar su apellido porque teme ir preso. “Sé que en años pasados han detenido a algunos quemadores", dice, mira para otro lado y se va despacio, hacia el fondo de su terreno.

Desde la carretera, antes de llegar a San José, se ve humo entre el monte. Adentro un hombre está quemando, abrió sendas a los costados para que el fuego no pase el lindero. Pero no puede evitar que el humo se escape, se meta por otros rincones y cubra el cielo de San José.



El recorrido realizado fue por San Miguel, San Ignacio, Concepción, San Javier, San Ramón y Guarayos. Justo en esta población, el viernes ardía un terreno cercano a dos kilómetros del pueblo y a metros del barrio que fue construido para vecinos que fueron víctimas de un incendio. En todos esos puntos hay un escenario parecido, huellas de quemas recientes, hileras de humo y futuras quemas en puertas

FRASES

“Yo quemé ni bien el sol alumbró con fuerza. En unos días todos lo harán y no se podrá ver bien a varios metros de distancia”
Rafael Janco | Agricultor

“Estoy esperando que haga calor para que así rápido se consuma el fuego. Uno ya le sabe a esto”
Ernesto Soliz | Productor

“Viera usted en la mañanita, no se puede ver ni los pies con los que camina”
Juanita Baldivieso | AMA DE CASA

“MECANIZAR EL TRABAJO DE CAMPO ES CARO”

Mario Galarza está a punto de encender la llama para quemar un reciente desmonte y sabe que, si se descuida, las 100 hectáreas que quiere quemar pueden convertirse en un incendio, porque entre una y otra hacienda hay solo un alambrado y el fuego sin control no conoce fronteras.

Sueña con ya no tener que quemar. Sabe que hay otras técnicas, pero, como son muy caras, prefiere no soñar.

“Mecanizar este trabajo requiere mucho dinero, es como pretender comprarse otro terreno”, lamenta.

Sabe, por ejemplo, que hay un sistema moderno y mecanizado, que consiste en un rodillo gigante y pesado con puntas tipo dientes en su contorno, que va picando todo lo que encuentre en el suelo y que luego, todo lo triturado, gracias a la lluvia y al sol, se convierte en abono.

Ese sistema se llama Rodofaca y llega a pesar hasta 10 toneladas. “He ahí el poder que tiene para triturar incluso troncos de los desmontes", cuenta Manlio Roca, de la Gobernación, que también sabe que en el país no existe una política de incentivo y apoyo nacional para que los agricultores y ganaderos mecanicen su sistema de trabajo y así ir disminuyendo la técnica de la quema y del chaqueo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario