martes, 16 de octubre de 2012

Las amenazas contra el Tunari aumentan

Son las 9:30 horas y la emoción por ingresar al interior del Parque Nacional Tunari es cada vez más fuerte a medida que nos acercamos a una de las reservas naturales más grandes del departamento.

Pasando el letrero de ingreso al Parque, en la Segunda Circunvalación a unos pasos de la Cota 2750 el visitante se sorprende con lo que menos pensaba encontrar al interior de la reserva, viviendas humildes y otras muy lujosas construidas en calles totalmente establecidas que en algunos de los casos cuentan con todos los servicios básicos dentro del área protegida.

A diferencia de lo que sucede con el resto de las áreas protegidas en todo el país, el Parque Nacional Tunari cuenta con propietarios de terrenos, que pese a la prohibición poco a poco han ido construyendo sus viviendas al interior del Parque, convirtiendo este lugar en una zona urbanizada por lo menos hasta la primera tranca del ingreso principal por el municipio del Cercado.

Posteriormente se puede encontrar pequeñas casas de propiedad de los comunarios a medida que se hace el recorrido.

El camino ripiado que es apto para subir al Parque en vehículo o hacer trekking permite poco a poco disfrutar del paisaje del Cercado.

A medida que uno va ascendiendo al Parque y comienza a introducirse en el bosque puede disfrutar del cantar de las aves, pero al llegar al kilómetro 3, la primera área recreativa, el paisaje va cambiando. Lo primero que se puede observar es la gran cantidad de eucaliptos de gran tamaño, algunos afectados por las quemas y de los cuales sólo queda de pie el tronco seco. La especie en muchos de los casos fue dañada por los incendios y por la presencia de un insecto denominado Taladro que está presente en el Parque desde el 2010 y que todavía afecta a los eucaliptos. El Taladro que consumió cientos de árboles dentro del Parque deja los troncos de los mismos de color negro por lo que los árboles afectados por los incendios y el insecto son confundidos fácilmente.

En esa zona el cantar de los pájaros ya es difícil de escuchar, y a medida que se recorre la ruta de ingreso se puede apreciar en diferentes sectores sembradíos de haba, papa, cebada, maíz, entre otros que conviven con las especies exóticas (extranjeras) y unas pocas nativas que todavía permanecen en el Parque.

El recorrido continúa y en la ruta también se pueden encontrar senderos que bajan desde las zonas más altas del Parque hasta las zonas más bajas.

Una parada en una de las curvas del kilómetro cuatro permite apreciar el paisaje de la quebrada de Cuchillani.

Desde allí se puede observar los bosques de eucaliptos y los bosques de pinos que se encuentran en la parte más alta del Parque.

El sonido de las aguas que bajan por la quebrada es constante y por el lugar se puede ver a los comunarios que se dedican a la crianza de animales como ovejas y vacas que se alimentan en el lugar de algunas especies secas.

En este sector se puede ver también tubos que cruzan de una quebrada a otra y que se han instalado para la provisión de agua a las comunidades que no cuentan con este servicio, así como tanques de agua.
FUNCIÓN

La principal función del Parque Nacional Tunari es proveer de reservas acuíferas a la población de Cochabamba. Se estima que el 60 por ciento del agua con la que cuenta la ciudad proviene de la reserva natural.

Los árboles que están dentro del Parque también cumplen la función de retener el agua y evitar de esta manera que la misma baje hasta la zona urbana y cause inundaciones. Sin embargo el cuidado de la forestación dentro de esta área protegida está descuidado.

Basta un recorrido al interior de parte de la reserva que se encuentra en el municipio del Cercado para poder verificar que poco a poco va muriendo.

Aunque este sector representa aproximadamente sólo un 2 por ciento del total del Parque Nacional Tunari, que abarca 300 mil hectáreas, la situación crítica es evidente en esta zona.

Solamente en el recorrido se puede observar una gran cantidad de árboles que han cumplido su ciclo de vida y que por ello se van cayendo naturalmente, dando una apariencia al Parque de abandono.

Según el jefe de Protección del Parque Nacional Tunari, Hugo Antezana, la caída de los árboles es algo normal en esta época del año por los fuertes vientos que se presentan en la zona.

Indicó que por su altura los eucaliptos que no tienen raíces profundas tienden a caer sobre todo en las zonas donde hay pendientes.

Lo peor de todo es que el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) puede hacer muy poco por estos árboles, ya que la Ley 253 impide a cualquier autoridad o persona hacer el retiro de los árboles por más de que estos hayan cumplido su tiempo de vida útil o se constituyan en un peligro para el Parque y sus habitantes.

En muchos sectores del camino la caída de estos árboles incluso impiden la circulación normal de vehículos por el camino, por lo que los comunarios deben cortar parte de los árboles para poder circular con normalidad.

Uno de los mayores peligros que representan estos eucaliptos caídos en diferentes partes del Parque son los incendios, pues la madera de éstos se convierte fácilmente en combustible para alimentar las quemas que se presentan con frecuencia al interior del Parque.
AYUDA DE LOS

COMUNARIOS

El ingeniero agrónomo Raúl Rico Gamboa, que trabajó durante la gestión 1991-1997 en proyectos de reforestación en el Parque Nacional Tunari, manifestó que la recuperación del área protegida no podrá ser posible sin la elaboración de un protocolo o plan de manejo que ponga en orden las actividades que se llevan dentro el Parque como la agricultura, la ganadería y los asentamientos que existen dentro.

Indicó que este plan debe incluir a los comunarios, tal como sucede en otras áreas protegidas del mundo donde hay personas que habitan estos lugares, se ordena que éstas se vuelvan en guardianes de los parques y a cambio les dan un beneficio económico social, que les permite sobrevivir sin necesidad de tener que destruir el área protegida.


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