domingo, 30 de septiembre de 2012

Iniciativa, Ayuda para cuidar las áreas protegidas



Es algo más que un libro. Se trata de una iniciativa. Quienes han comprado Naturaleza y arte en Santiago y Tucavaca no solo se han enterado de que este sitio es uno de los secretos a voces que hay en el departamento.

Para empezar, está el clima. Se puede gozar de la caliente Roboré (a unos 400 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra); a unos 20 minutos, de la caricia fresca de Santiago de Chiquitos. Cualquier dolor articular puede ser aliviado en el el río de aguas calientes que serpentea en las zonas bajas de la impresionante serranía de Santiago. Hay que tener cuidado; las articulaciones que más se lastiman son las del índice derecho (es tan sobrecogedor mirar el valle de Tucavaca desde las serranías que no se puede dejar de fotografiar).

Los especialistas dicen que se trata de un bosque seco tropical; los legos simplemente se asombran, aunque ignoren que se trata del bosque de este tipo mejor preservado del mundo.
Con las suficientes ganas de caminar se llegará hasta la cueva de Miserendino y las antiquísimas pinturas rupestres. En el camino asaltarán la curiosidad del caminante cualquiera de las 1.500 especies características de la zona.

Alguien tiene que cuidar la belleza de esta área protegida, repartida en más de 262.000 hectáreas. Siempre falta gente, siempre faltan recursos. Por eso Naturaleza y arte en Santiago y Tucavaca es más que un libro. La editora, Anai Holzman, destinó un porcentaje de las ventas a los guardaparques del lugar. Uniformes, linternas recargables y, claro, libros, se entregaron a los responsables.
Además de fotografías (de Hermes Justiniano) y pinturas (de Gina Foianini), hay textos escritos por Holzman y fragmentos de otros autores. Hay otro libro en proyecto, destinado a otra reserva. La idea -la semilla- seguirá desarrollándose.

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