lunes, 24 de octubre de 2011

No quemarás. Opciones para cuidar el suelo y los bosques

“ por las quemas ya metieron presos a tres cañeros. No queda más que innovar y usar la tecnología”. Estas palabras del cultivador de caña Hugo Gutiérrez tienen un precio alto. Usar una máquina para evitar la quema del rastrojo, maloja o malojo puede costar hasta 25.000 dólares. Es un aparato sencillo, parecido a un arado. Después de la cosecha remueve la tierra y permite que el rastrojo penetre en el suelo. Son 15 centímetros de residuos vegetales que pueden aportar nutrientes a la tierra.


Según el investigador Willy Fernández, esa materia orgánica tiene nitrógeno, fósforo y potasio. También tiene fibra, que ayuda a mantener el suelo esponjoso y por lo tanto húmedo. Si hay humedad, las cañas crecerán mejor. Pero en Santa Cruz el método tradicional consiste en quemar esos ‘residuos’.


Con cada quema el suelo se empobrece y se compacta. Entonces ¿por qué no se deja de usar el fuego? Óscar Sánchez de Loría es productor y explica que no tienen equipos para incorporar el rastrojo a la tierra. Por eso lo queman. También lo hacen para evitar las plagas, como la diatrea, un gusano que crece en las puntas de la caña verde, estimulado por el calor y la humedad del rastrojo. Los químicos no son efectivos, afirma Sánchez.


Aclara que las 120.000 hectáreas de la Asociación de Cañeros Warnes no se queman al mismo tiempo. Se queman cinco hectáreas cada vez; “Eso tarda entre diez y quince minutos”, dice el agricultor. “En cambio, cuando se chaquea, los árboles y troncos quedan humeando más de una semana”, compara.


Aunque no trata de justificar las quemas, dice que parte del humo proviene de Beni y Brasil.


Varios cultivadores coinciden en que el zafrero no quiere cortar caña fresca, porque solo puede reunir tres toneladas al día. Cuando la caña está quemada, puede juntar entre cinco y siete toneladas. Su propuesta: que el Gobierno otorgue créditos a largo plazo para que los cultivadores medianos y pequeños compren las máquinas que permitan aprovechar el rastrojo.

Experiencia. Hay 411 familias que están ‘simulando’ el bosque con sus cultivos. El sistema agroforestal ayuda a fijar el carbono y mitiga el cambio climático. Cada familia tiene una hectárea













“DÉJEME PROBAR”
Hugo Gutiérrez compró una de estas máquinas. Se llaman subsoladoras porque remueven profundamente la tierra.
-“No lo hagás”, le dijo su padre. “Cómo vas a subsolar en tiempo sin agua. Se nos van a entrar los bichos y se van a secar las raíces”.


- “Déjeme probar, papá”, respondió Gutiérrez. A los pocos días cayó una lluvia que llenó de satisfacción la cara de los agricultores. Cuando fueron al campo, padre e hijo vieron que la humedad había penetrado profundamente. No será raro para este cañero ver que la próxima cosecha será más abundante. Ya lo vio en Argentina, donde se aprovecha el rastrojo. En ese país se fabrican los subsoladores, pero no basta con la compra de uno de ellos. También es necesario sustituir los tractores por otros más potentes para poder arrastrar la maquinaria. Los tractores de 100 caballos de fuerza no bastan para moverla; se requieren motores de 130 caballos. Los gastos van sumando, y eso que no se ha contado con otra máquina para fertilizar el terreno. Pero las cañas saldrán más gruesas. Con el suelo nutrido, aumentará la cantidad de sacarosa y la inversión se recuperará poco a poco. Así ha ocurrido en Argentina.

¿ORINA DE VACA?
José Luis Aguilera menciona otro recurso para ayudar a descomponer el rastrojo sin quemarlo. Se trata de la aplicación de urea. Los cañeros la llaman ‘purin’ y no es otra cosa que la orina de vaca. Les dio buen resultado, pero ¿dónde se puede conseguir suficiente orina para aplicarla en todos los campos? El procedimiento es, por ahora, comercialmente inviable. Ha sucedido también que cuando se deja el rastrojo y la caña ya ha alcanzado 50 centímetros de altura, no falta algún cazador que provoca un fuego y el rastrojo arde. Es una pérdida cuantiosa para el agricultor.

EFECTO PERVERSO
Es una gran paradoja. En Bolivia hay 2,4 millones de hectáreas sembradas. Alcanza incluso para exportar. Entonces, ¿por qué se ha ampliado la frontera agrícola hasta los 4 millones de hectáreas? Es la pregunta que hace Miguel Ángel Crespo, director de Probioma (Productividad, Biósfera y Medio Ambiente). Esta actividad, que con sus 55.000 focos de calor produce mucho humo, no busca asegurar la soberanía alimentaria. Simplemente, dice Crespo, los propietarios de tierras quieren mostrar que al chaquear están cumpliendo con la famosa FES o Función Económica Social. El detonante del chaqueo fue la Ley de reconducción comunitaria.
El agrónomo Gustavo Urquizo explica que la quema no cuesta mucho y por eso se tiene el azúcar más barata de Sudamérica. Pero no justifica la quema porque es un atentado contra la biodiversidad.

DOS INICIATIVAS Y UNA RADIONOVELA
Un ejemplo de acuerdo para cuidar el bosque y dejar de chaquear es la cuenca de Los Negros, en la zona de los Valles. Los agricultores de la zona baja de la cuenca se quejaban de que en la zona alta se estaba tumbando el monte. Como resultado, el bosque captaba menos agua y abajo sufrían de escasez para sus cultivos.



Caña. El rastrojo que está en el suelo puede ser quemado o aprovechado para nutrir el suelo















Los ‘abajeños’ se dieron cuenta rápidamente de que no servía enviar policías para evitar los chaqueos. Con la ayuda de la Fundación Natura empezaron a negociar. Los de abajo compraron colmenas para los de arriba y empezó la producción de miel. Para que las abejitas produzcan necesitan de los árboles y de la floración. Por eso ahora se cuida el bosque nublado.


La experiencia, llamada Acuerdos ecíprocos por agua, empezó en 2003. Gracias a ella hay 4.020 hectáreas de bosque nublado conservadas. También se ha involucrado la cooperativa de agua de Comarapa, que cobra cada mes cuatro bolivianos como ‘servicios ambientales’.


En El Torno se enteraron del proyecto y empezaron a cuidar sus bosques. Ha cambiado la visión de que las cooperativas solo deben excavar para obtener agua. Se ha entendido que deben también cuidar los bosques, que captan el agua. “No es el río Piraí el que recarga los acuíferos”, explica Paulina Pinto, responsable de estos proyectos. Por eso, siete cooperativas se han interesado en la conservación. Y no es poco: 10.000 hectáreas se están salvando del fuego gracias a la apicultura. Una radionovela llamada El amor es para siempre y varias cuñas radiales están destinadas a crear conciencia acerca de la conservación. Los fondos de trabajo vienen del municipio, de Natura y de las mismas comunidades. La iniciativa se aplicará el próximo año en Camiri, Boyuibe y Villamontes.


En Guarayos, agricultores como Sofía Coca aprovechan cada palmo de su parcela. Mangos, mandarinos, piña guaraya, guineo, café, cacao y motacú son algunos de los productos que han sembrado. Su suelo está cubierto con kudzut, una hierba que ayuda a mantener la humedad. Este proyecto ha sido facilitado por el Cipca (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado). Se han involucrado también ganaderos, que usan pastos que crecen bajo los árboles para alimentar a su ganado. Se llama sistema silvopastoril y no requiere de la quema del pasto. También se aprovecha la apicultura, el manejo del cacao silvestre y del café.



Aprendizaje. Los agricultores de Guarayos se reúnen para intercambiar sus experiencias con cítricos, piña, café y cacao


El técnico en desarrollo económico Adrián Cruz resume la propuesta del Cipca, que puede aplicarse inmediatamente: no se debe quemar antes de la primera lluvia, que cae en octubre. Para eso se requiere de una ley departamental. La pregunta es si esa ley será promulgada.

SUBSOLADO.
Al remover el suelo del cañaveral la humedad penetra profundamente y se aprovecha mejor la lluvia. Menos de 1% de los cañeros remueve su suelo.

APICULTURA.
Los ingresos de la miel ayudan a proteger el bosque húmedo de la cuenca alta de Los Negros y los bosques de El Torno. Hay más de 14.000 hectáreas.

CULTIVOS
Además de la combinación de 18 clases de cultivos anuales en las parcelas, se realiza un manejo integral del bosque. Hay 10.000 hectáreas.

Falta una norma sectorial
Ricardo Saucedo Consultor en Derecho Ambiental / Abogado
Tenemos normas básicas y el reconocimiento del fuego como parte del proceso productivo y algunas condiciones y permisos que deben sacarse para chaqueo y para quema. Sin embargo, esto es producto del proceso normativo de los años 90. La resolución ministerial de 1997 establece las quemas controladas. Pasaron más de diez años y merece complementarse ese proceso normativo con regulaciones sectoriales, porque el cañero quema por una razón, el ganadero por otra y el campesino por otra. Debe prohibirse la quema de pastizales. En la ganadería moderna ningún ganadero en su sano juicio quema sus pastos cultivados, pero en las comunidades se hace.

Experto

Prevenir no es un gasto
Gustavo Daroni / Laboratorio Protección contra Incendios
Hay procedimientos para controlar las quemas. Uno es un polvo ignífugo (que repele el fuego) utilizado para delimitar el área que se va a quemar. Se forma así una barrera. Hay también sustancias espumígenas para control de quemas, tanto del área como contra el incendio. Las barreras antifuego se hacen con herramientas. En Argentina se quema, pero por supuesto, también se multa. Se programan las quemas tomando en cuenta la dirección del viento. Hay mucho que hacer en la protección del bosque y también de los edificios. Hay que proteger la inversión.

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