viernes, 29 de enero de 2010

118 familias lo pierden todo



El crujido de las calaminas y el ladrido de los perros alertaron del deslizamiento en Huanu Huanuni en la zona Sur de La Paz. A las 5.00 de la mañana, la tierra comenzó a ceder y 72 viviendas que estaban construidas en un terreno de alta pendiente se vinieron abajo.

“Todo comenzó como si estuvieran reventando cohetillos (petardos) y sonaban cada vez más fuertes”, relató Rosario Vargas, una de las vecinas que vio, desde la parte baja, cómo las casas comenzaron a ceder.

Johnatan Cruz, un joven de 17 años, contó que a las 5.00 de la madrugada sintió un temblor. “Mis perros se pusieron en alerta y todos (los animales) comenzaron a ladrar. No me daba cuenta de lo que sucedía. Me volví a echar en la cama cuando sentí un temblor aún más fuerte”. Salió como estaba vestido y ya no pudo regresar más a su vivienda.

Cerca de las 5.00, las casas que se encontraban en la parte alta comenzaron a deslizarse. El ruido y los gritos despertaron a todos los vecinos. Aproximadamente 400 personas de 118 familias fueron las afectadas.

“Mi hijo salió y apenas jaló a su esposa por la ventana, porque la casa del lado se estaba deslizando. Han podido salir pero nos quedamos así paraditos (mostrando su ropa)”, dijo entre lágrimas Delfina Arteaga Cruz, una mujer de la tercera edad.

Los primeros en llegar fueron los efectivos de la Policía. A las 6.30 comenzaron a cercar el área para evitar que los vecinos retornen a sus viviendas, que aún estaban en riesgo de desplomarse.

El secretario ejecutivo de la Alcaldía de La Paz, Javier Zárate, informó que de forma gradual llegaron 150 obreros del Retén de Emergencias, 120 miembros de la Policía Militar, 150 efectivos de la Policía, Bomberos y otras unidades de salvataje.

Luego llegaron las autoridades. Primero, el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, y el alcalde de La Paz, Juan del Granado; el presidente del Concejo Municipal, Luis Revilla. Luego, la ministra de Culturas, Zulma Yugar; el viceministro de Defensa Civil, Hernán Tuco, y el ministro de Defensa, Rubén Saavedra.

El cerco se hizo más rígido. Policías, militares y guardias municipales impedían que los vecinos se acerquen a la zona del desastre y, a la vez, sacar sus pertenencias.

Pero la desesperación de las familias fue más grande y se aventuraron a cruzar el control por la parte alta. Sólo se podía acceder por un camino sinuoso y estrecho, en cuyo suelo aún se notaban grietas de 15 a 20 centímetros. La pendiente no fue un obstáculo. Las paredes, las ventanas y las puertas destruidas sí lo eran. Todo por recuperar las camas, televisores, radios y otros objetos de valor.

Pasado el mediodía y en medio de la lluvia, tres familias aún buscaban algo de valor entre los escombros, ignorando las llamadas de alerta o peligro de los bomberos.

“Mi hijo salió y apenas jaló a su esposa por la ventana, porque la casa del lado se estaba deslizando. Salimos pero nos quedamos paraditos”.
DELFINA ARTEAGA CRUZ. Vecina afectada

Historias

“Pude salir antes de que todo se me venga encima”
Sin nombre. Una mujer mayor de edad afectada por el evento geodinámico

La casa de la mujer, que prefirió no dar su nombre, se encontraba a medio construir. Vivía en el primer nivel y los gritos de sus vecinos la despertaron a las 5.00 de la mañana.

“A esa hora de la madrugada salí con lo que tenía puesto y, al ver a mi alrededor, me convencí de que algo pasó. Lo primero que pensé fue que se cayó la casa de mi vecino. Él tenía unas pequeñas rajaduras en su vivienda.

Luego entré a mi vivienda y lo primero que atiné a hacer fue despertar a mi esposo que aún dormía. ¡Está pasando algo!, le grité para que se despertara. Me puse algo de ropa (con los brazos mostrando su vestimenta). Con eso me ve ahora y pude salir de mi casita, antes de que todo se me venga encima. Ahora pido que me ayuden, porque no tengo dónde ir. El único sitio que tenía era mi casita, por eso me compré el terreno hace años para venirme a vivir en mi casa propia.

No sé qué hacer porque, además, debo dinero al banco. Me presté un poco de platita para comprar mi terrenito. Ahora ¿dónde voy a ir?”


“Daba pena, vi cómo las casas se venían abajo”
JOSÉ LUIS. Joven de 23 años que vivía junto a sus padres en la zona afectada

Pese a las advertencias del equipo de Bomberos que pedía desalojar el área deslizada, José Luis se encontraba en medio del cerro buscando cosas de valor entre los escombros. Él contó lo que vio desde temprano.

“Comencé a escuchar gritos a eso de las 5.00 de la mañana. En ese momento pensé que los vecinos estaban linchando a algún ladrón. Pero después, al salir de mi casa, he visto cómo poco a poco se venía deslizando todo. Me quedé asombrado.

Lo primero que hice fue correr al cuarto de mi papá. Le dije que se estaban cayendo las casas. Después, todo fue un desastre, daba pena, porque vi cómo todas las casas se vinieron abajo.

Las casas a medio construir se cayeron. Los árboles se doblaron y se deslizaron. Después pude ver a varias personas llorar por sus casas, porque todo lo que tenían se había perdido en un momento. Ahora estoy intentando sacar algunas cosas del lugar, pero todo quedó aplastado”.


“Aparecieron rajaduras de 10 a 15 centímetros”
MARCELO FLORES. Vecino afectado quien perdió su casa en el deslizamiento

Marcelo Flores y su esposa Sandra Villarroel, ambos de 40 años, perdieron su único patrimonio a raíz del deslizamiento. La casa les costó 20.000 dólares y la habían construido hace 15 años.

La vivienda era de tres pisos, y además de alojar a la pareja y sus dos hijos, cobijaba a 16 familiares más. “Mi cuñada nos alertó; dijo ‘la casa se está desplomando’. En ropa interior hemos salido toda la familia, aparecieron rajaduras de 10 a 15 centímetros en el piso. Mi perrito y dos gatos se quedaron debajo de los escombros”, relató Flores.

Además de perder 3.000 dólares en electrodomésticos, sus ahorros de Bs 5.000, que iban a ser utilizados para arreglar sus gradas, todo quedó enterrado. “Desconozco cuál será nuestro rumbo. Mi esposa tiene dos meses de embarazo. Espero contar con la ayuda de las autoridades”.


Testimonios

“Todo se nos ha venido abajo”
Francisca Pillco (28)
Ama de casa
“Ya no tenemos nada, todo se nos ha venido abajo, mis cosas ahí estaban. Ha temblado primero a las 4.30, mi tele se movía, los vidrios y el piso han empezado a reventar, todos hemos gritado, he mirado el piso y grietas han empezado a salir. Mi esposo, Édgar, ha salido en calzoncillos por el auto. Apenas nos hemos ido con él, yo, mi hijita y mi hermano. Ya no tengo casa. 15.000 dólares nos ha costado”.

“La tierra se ha abierto a las 5.00”
María ferrufino (60)
Obrera de la Alcaldía
“Vivía con mi hija, mi yerno, mis nietos, mis nietas, toda la familia. La casa era de dos plantas, yo vivía abajo. A las 5.00 se ha abierto la tierra, los perros han empezado a ladrar y aullar, y de eso nos hemos levantado. De golpe todo ha sido, no ha avisado, les he hecho levantar a las wawas y sin zapatos, sin nada les he sacado. La gente de aquí me los ha puesto ropa a mis wawas y nos ha prestado ropa, porque estábamos temblando de frío”.

“Mi auto se ha caído al río”
Rolando Cruz (22)
Radiotaxista
“Estaba durmiendo y a lo así he empezado a escuchar bulla, salí y vi que todo caía, saqué a mi familia por la ventana. Ya en la mañana, mi auto estaba fuera del garaje, por el deslizamiento, estaba bien, pero un tronco le cayó encima y se ha caído al río. No tenía las llaves, porque se quedaron adentro. Era mi fuente de trabajo como radiotaxista, ayer lo había llevado a la empresa para empezar a trabajar”.

“Gracias a Dios, mi hijo se salvó”
Nieves Monroy (59)
Comerciante
“Mi hijo vivía en mi casa, gracias a Dios se salvó. Dice que se ha movido como un sismo. Cuando despertó ya había estado tapada la mitad de una de mis dos tiendas, él vivía en una tienda. Íbamos a ir a vivir en el lugar mi esposo y yo, pero ahora ¡cómo haremos! Íbamos a abrirnos una tienda, no sé dónde me voy a ir ahora. Las cosas de mi hijo se han quedado adentro, y recién me había hecho conectar luz. Tanto esfuerzo para nada”.

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